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La crisis de representación en Argentina atraviesa a toda la dirigencia: oficialismo, oposición, empresarios y comunicadores. La prisión de Cristina Kirchner no resuelve conflictos, sino que puede profundizar la desafección política y alentar la abstención y el voto nulo. Javier Milei, lejos de representar una verdadera ruptura, repite las prácticas de quienes decía combatir, y su estilo confrontativo endurece a sus seguidores, pero aleja al electorado moderado. Mientras tanto, crecen el descrédito institucional, las teorías conspirativas y la violencia verbal. Las viejas lealtades se diluyen, el presente se impone sobre el largo plazo. El futuro es abierto: puede emerger una nueva mayoría, una coalición amplia al estilo Lula, algo aún más disruptivo o un vacío que desborde el sistema. Nada está escrito. Leer más